A mediados del siglo XIX, los italianos se sentían parte de una unidad cultural e histórica, pero estaban divididos en muchos territorios con sistemas políticos diferentes:
- Al Noroeste existía un reino independiente, el Piamonte, con capital en Turín, creado por el Congreso de Viena y al que se le añadía Cerdeña.
- El resto del Norte, la región más rica, que incluía Milán y Venecia, estaba ocupado por Austria.
- Nápoles y Sicilia, al Sur, formaban a una monarquía gobernada por la dinastía de los Borbones.
- En la zona central, el papa Pío IX reinaba sobre los Estados Pontificios, con capital en Roma.
Cavour, primer ministro del Piamonte pactó la ayuda de Francia, que derrotó a los austriacos en las batallas de Magenta y Solferino, en 1859, con lo que el Norte se añadió al Piamonte.
Poco después, Nápoles y Sicilia fueron ocupados por un revolucionario nacionalista, Garibaldi, y entregados al Piamonte. El Papa tuvo que firmar su renuncia a los Estados Pontificios y quedó recluido en la Ciudad del Vaticano.
El resultado final fue un país unificado, Italia, con régimen político moderado de monarquía parlamentaria, con capital en Roma y Víctor Manuel II de Saboya, monarca del Piamonte, como rey (1870).
Poco después, Nápoles y Sicilia fueron ocupados por un revolucionario nacionalista, Garibaldi, y entregados al Piamonte. El Papa tuvo que firmar su renuncia a los Estados Pontificios y quedó recluido en la Ciudad del Vaticano.
El resultado final fue un país unificado, Italia, con régimen político moderado de monarquía parlamentaria, con capital en Roma y Víctor Manuel II de Saboya, monarca del Piamonte, como rey (1870).
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